viernes, 28 de noviembre de 2008

La barbarie de eso que llamamos fútbol


El fútbol se ha acostumbrado a soportar el terror de unos pocos. Una minoría radical que amedrenta a la mayoría pacífica que sólo acude al fútbol a disfrutar del espectáculo. ¿Por qué hay que soportar que siempre los mismos sean los que ensucian en nombre del fútbol su imagen? ¿Y hasta cuándo habrá que seguir aguantando a estos indeseables que perpetran sus atrocidades bajo un plan preconcebido? Ayer fueron los holandeses en A Coruña, los franceses del Olympique en Madrid hace sólo unas semanas, las barras bravas en argentina, o muchos ejemlo mas. Da igual la nacionalidad, porque tampoco es raro que estos altercados se reproduzcan en partidos de la Liga española entre equipos de la misma nacionalidad. Es un problema ajeno a la esencia misma del fútbol, pero que sin embargo le salpica de lleno. Por eso los clubes deben poner mucho más de su parte para erradicar de una vez esta especie de terrorismo del fútbol. ¿Por qué a veces se le da pábulo a estos grupos de radicales desde las propias directivas y lo que es peor se les deja entrar sin ningún tipo de control a los campos de fútbol? ¿Por qué todo lo que no está permitido un día normal para un ciudadano corriente se consiente a estos energúmenos un día de partido? ¿Por qué el resto de humanos que viven al margen del fútbol tienen que soportar esta permisividad inexcusable? Sinceramente, creo que no tiene excusa. La ley, dicen, es igual para todos. Ése es uno de los principios básicos en los que se sustenta la democracia contemporánea. No lo olvidemos. Nadie sale beneficiado con esto. Ni los propios implicados. Ya es hora de que se juzgue de la misma manera a estos radicales que a cualquier ciudadano corriente. El fútbol no puede servir de escudo, ni de excusa.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Donde se acaba la tierra y comienza el fin del mundo

Hoy hablaré de una parte de mí, de mi otra mitad, de la que no está aquí.
Aunque siempre te llevo cerca, , aunque pasen meses o años sin verte, te recuerdo todos los días, pues estoy orgulloso de tenerte en mi historia.
Eres Galicia, mi otra tierra, la de mi familia paterna, la que visitaba en verano cuando era niño, y la que visité las últimas veces por trabajo. Eres mía y así te siento, y siempre diré orgulloso que yo también soy gallego (no te ofendas Valencia, que sabes que también te siento)
Pero hay una parte de Galicia que es especial para mí, quizás no es la ciudad más bonita de España, quizás no esté siquiera en un top de las mas bonitas, pero eso es porque fuiste industrial, ciudad de astilleros, sumida muchas veces en una depresión económica que te destrozaba, y que ahora, vuelves a prosperar y a avanzar a pasos agigantados.
Hace 150 años, y unos pocos dias, recibiste el título de ciudad. En estos años han sido muchos los cambios en ti y son muchos también los retos que se presentan. El pasado ya está escrito, pero ahora, la ciudad persigue nuevos retos, como el de convertir algunos de tus elementos arquitectónicos en Patrimonio de la Humanidad
Pero tú fuiste, eres y serás grande, tú fuiste importante en la historia de España, y ese papel te lo concedió tu posición como el puerto militar más importante de la península durante siglos. En ti se sucedieron numerosas batallas navales e incluso algún desembarco promovido por los ejércitos ingleses que ansiaban capturar "el mejor puerto natural de la costa atlántica de Europa" (pues así te calificaron los almirantes británicos) y un enclave estratégico sin igual en España, por eso y muchas cosas más tu eres grande.
Recuerdo jugar en tu plaza del Marqués de Amboage (en honor a un filántropo local), comer pipas "facundo" (las conozco hace años, aunque ahora sean famosas por la publicidad en radio) subir a casa de mis primos, y cenar ahí, con esa familia lejana, que veía de tanto en tanto, caminar por tu Rúa Real, hasta llegar a tu ayuntamiento, en la Plaza de Armas. Ver eso marinos, haciendo el servicio militar, y caminando por tus rúas en sus días libres, y a los que envidiaba y soñaba con algún día llevar el mismo uniforme. Ver a más primos y tíos, y jugar, reir, ser niño y disfrutar de la vida.
Ir a la mañana siguiente a Covas o a Esmelle, a sus playas, donde el agua te helaba el corazon, y te invitaba a correr mas fuerte para no congelarte. Comer en casa de otros familiares, a los que a duras penas recordaba, pasar la tarde en el monte, descubrir la tranquilidad de tu tierra, sentir la lluvia que aparecía sin previo aviso. Jugar, reir, ser niño y disfrutar de la vida.
Ya hace tiempo que no te visito, y a lo mejor estás triste, pero sabes que te quiero, y que pronto te veré. Cuando esta maldita época gris que nos está tocando pasar a la humanidad termine, cuando encuentre una tranquilidad laboral y económica, prometo volver a verte, porque sin ti yo no avanzo, si ti yo no sumo, simplemente me mantengo, porque té me recargas de energías, y me enseñas una parte de mí, esa que tanto añoro, y espero reencontrar pronto.
Ferrol, siempre te llevo dentro porque por tus calles corre mi sangre, y ellas te alimentan.

Hasta pronto Miña Terra