viernes, 28 de noviembre de 2008

La barbarie de eso que llamamos fútbol


El fútbol se ha acostumbrado a soportar el terror de unos pocos. Una minoría radical que amedrenta a la mayoría pacífica que sólo acude al fútbol a disfrutar del espectáculo. ¿Por qué hay que soportar que siempre los mismos sean los que ensucian en nombre del fútbol su imagen? ¿Y hasta cuándo habrá que seguir aguantando a estos indeseables que perpetran sus atrocidades bajo un plan preconcebido? Ayer fueron los holandeses en A Coruña, los franceses del Olympique en Madrid hace sólo unas semanas, las barras bravas en argentina, o muchos ejemlo mas. Da igual la nacionalidad, porque tampoco es raro que estos altercados se reproduzcan en partidos de la Liga española entre equipos de la misma nacionalidad. Es un problema ajeno a la esencia misma del fútbol, pero que sin embargo le salpica de lleno. Por eso los clubes deben poner mucho más de su parte para erradicar de una vez esta especie de terrorismo del fútbol. ¿Por qué a veces se le da pábulo a estos grupos de radicales desde las propias directivas y lo que es peor se les deja entrar sin ningún tipo de control a los campos de fútbol? ¿Por qué todo lo que no está permitido un día normal para un ciudadano corriente se consiente a estos energúmenos un día de partido? ¿Por qué el resto de humanos que viven al margen del fútbol tienen que soportar esta permisividad inexcusable? Sinceramente, creo que no tiene excusa. La ley, dicen, es igual para todos. Ése es uno de los principios básicos en los que se sustenta la democracia contemporánea. No lo olvidemos. Nadie sale beneficiado con esto. Ni los propios implicados. Ya es hora de que se juzgue de la misma manera a estos radicales que a cualquier ciudadano corriente. El fútbol no puede servir de escudo, ni de excusa.

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